miércoles, 14 de diciembre de 2011

Enfermos ¿de que enfermedad?

Los casos de violencia de los que tomamos conocimiento gracias a los medios parecen no tener fin. Cuando pasa una temporada y no tenemos noticias acerca de muertes, graves lesiones, y otros delitos que tienen lugar en el ámbito de la familia, no es que no estén sucediendo, simplemente por alguna razón los medios no los seleccionan para ser noticia.
Cuando estos delitos son noticia, como lo son en estos últimos meses, dan la impresión de tener características de epidemia y de pronto como por arte de magia cada uno de nosotros conoce un caso que no llegó a la primera página, ni a la sección de policiales.
Escucho decir a los comentaristas de cola de banco: “la violencia es cada vez peor”, sin llegar a comprender si consideran que alguna vez la violencia estuvo ubicada, en una línea que iría de lo bueno a lo malo, más cerca del bueno o si se refieren a que cada vez hay más, o vaya a saber que cosa. Si la violencia es cada vez peor, es porque tal vez estemos reconociendo una enfermedad que nos afecta a todos en algún grado.
Entonces me pregunto: Enfermos ¿de que enfermedad?. Mi primera respuesta: enfermos de violencia. La violencia es una enfermedad nueva, recién en el año 2002 la OMS la considera problema de salud pública. Al pensar a la violencia como enfermedad, podemos pensar las formas en que esta afecta en lo particular. Surgen así, categorías como agresor y victima, lugares abstractos en los cuales al pensar cada caso ponemos a unos u otros, para poder intervenir.
Que los agresores son enfermos es algo que personalmente prefiero no negar. Que la gran mayoría de ellos son imputables tampoco lo niego. Enfermos e imputables puede ser un problema jurídico y lo es, ya que están a la vista sus consecuencias, en los hechos que a diario conocemos y en los que el sistema de justicia se muestra inoperante.
La violencia familiar o doméstica, y otros modos de violencia, no son un fenómeno nuevo, se encuentran trabajos sobre este tema que tiene más de cuatro décadas. La mayoría de ellos propone un modo de abordaje que en su implementación tienen relativo éxito en la superación de los conflictos no resueltos que terminan en violencia.
Se espera que el fenómeno desaparezca en su totalidad, no me inclino a pensar que esta meta pueda ser alcanzada. Como suele suceder con los fenómenos sociales es multicausal y su abordaje requiere del análisis caso por caso, forma que necesariamente presentará fallas.